No sólo es importante que el paciente se cure, sino también, que reconozca lo que le ha llevado a la enfermedad y lo que debe hacer para evitar que aparezca en el futuro. Los hábitos de vida como el tipo de alimentación, el consumo de alcohol o tabaco, el ejercicio físico, la calidad de las relaciones afectivas, las motivaciones y finalidad que uno da a su vida, el tipo y calidad del entorno ambiental, etc., son los condicionantes más importantes en el origen y desarrollo de las enfermedades y que, por tanto hay que conocer y, en muchos casos, modificar. Esto se puede realizar con los chequeos médicos integrales habituales y la valoración individualizada de los distintos riesgos cardiovasculares, tumorales, etc.